sábado, mayo 14, 2011

Acantilados de papel, 358: Misterio en la cueva


FICHA:
MISTERIO EN LA CUEVA
de José María López Conesa
Edita: Azarbe, S.L.
Murcia, marzo de 2011
Género: narrativa
Encuadernación: rústica
ISBN: 978-84-15162-03-02
196 páginas.
Página del autor.

Ilustraciones de Toñy López


COMENTARIO de Francisco Javier Illán Vivas.
José María López Conesa lleva ocho años publicando sus escritos, sus novelas, ahondando en los misterios de la razón del ser humano, lanzándonos mensajes con su peculiar azote para detener este desbocado viaje hacia la nada al cual la humanidad se ha lanzado, pidiéndonos un momento de reposo, de pararnos, de pensar en lo que estamos haciendo con el mundo que nos rodea y con nosotros mismos.

Y lo que os cuento tiene especial presencia en la novela que os presento esta semana, Misterio en la cueva, la cual, en palabras del autor, ha esperado seis años para ver la oportunidad y la luz, pues aunque no es una novela autobiográfica, sí contiene algunos hechos históricos, y "aún primando la invención en ella", ha querido dejar pasar este tiempo para que aquellos se olviden, o al menos el tiempo los cubra de niebla, a fin de que el lector no consiga, o le sea difícil, distinguir lo real de lo inventado.

Y creo que una vez más lo consigue. José María, quien me honra con su amistad, me contó una mañana que “no pretendo esconder nada”, en esta novela, pero le pone al lector la difícil tarea de discernir la realidad de la fantasía, lo que es verdad de lo que es mentira. Y eso, bien lo saben quienes le han leído, que es elemento fundamental en la narrativa del escritor molinense, un elemento que se encuentra en todas sus novelas, ocho con la presente.

¿Qué va a encontrar el lector en Misterio en la cueva? Sobre todo distracción. Y no soy yo el primero en decirlo, por supuesto que no, es el propio autor quien así nos lo dejó bien claro durante la presentación de la obra, en la Biblioteca Salvador García Aguilar, durante los eventos de la pasada Primavera del Libro, en Molina de Segura.

Distraer al lector usando, en esta ocasión, la cueva como ejercicio para lanzar sus dardos al poder que actualmente aplasta las ilusiones del ser humano: el político y el económico. José María, que ama la tierra que le rodea, las plantas, los animales- ya os hablé del cuco en anteriores comentarios de sus obras-, el agua, y, por qué no, el fuego, se apoya ahora en la madre tierra, en su interior, pero no para esconderse, muy al contrario, sino como cimiento, y cuando más profundos sean, más enraizados estén en la tierra, más fuerte hacen a quien se apoya en ellos.

Y desde ahí, nos cuenta una sátira a la sociedad que mejor conoce: la banca, la política local y el seminario. Juan Evangelista García Jiménez, durante la presentación del libro, nos dijo que José María, desde la cueva, “ejerce una especie de actitud solitaria ante la vida que aparta a uno de las normas y convenciones sociales”, aunque él, después, nos engañe con esos tres manuscritos que surgen de ella, con los tres elementos que acercan esta obra a algo casi telúrico, tal vez realismo mágico.

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