domingo, septiembre 30, 2012

Acantilados de papel, 438: Los poemas de Massachusetts

Alberto Infante Campos
Los poemas de Massachusetts
Ediciones Vitruvio, 2010


Tengo este poemario dedicado desde el pasado julio de 2012, cuando en el festival anual de la editorial que dirige Pablo Méndez tuve el placer de saludar personalmente a su autor que, ni corto ni perezoso- es verdad que nos conocíamos por esto de las redes sociales gracias a la revista Ágora papeles de arte gramático- cogió el libro y de su puño y letra hizo varias correcciones de erratas que le dan un toque tan especial, tan personal, que le he colocado en un lugar destacado de mi biblioteca.

Lo decía antes, "personal", y esa es una característica que he encontrado en estos versos que enfrentan al hombre con el paso del tiempo, catarata de acontecimientos que parece, a la vez, que el autor lo hace desde la tranquilidad de un atardecer "en sepia".

Pues todo es real, nada ilusorio,
y me pregunto si este frío,
si este paisaje, si esta ortiga seca
con su silbato de caza...

Cuarenta y cuatro poemas donde la añoranza casi salta de las letras al ánimo del lector. Añoranza de lo que debió ser y no fue, de lo que debió ocurrir y no aconteció. ¿No es esa añoranza común a más de siete mil millones de seres humanos? ¿No la llevamos todos por nuestros personales paraísos perdidos?

Después he vuelto a París muchas veces
y tampoco he sido del todo feliz,
pero ninguna infelicidad
ha podido comparársele.

Agoniza mi padre es un poema que comparto con él, ahora que regresa el mes de octubre, fecha en el que el mío nos dejó, y ese temor perenne, no a la muerte, que aterra, sino a la decadencia, horrible pánico de la voluntad más férrea.

Pero todo se supera- o se aparta-, y este libro, que también representa un viaje, nos lleva a cruzar el mar, más allá de Finisterre, y recorrer Massachusetts para encontrarnos con Hawthorne, con Emily Dickinson, con Herman Melville, un encuentro bajo esa "dulce luz de agosto" que él nos cuenta en unos diez poemas de esta parte del libro.

Para terminar con la rotundidad de un epílogo, sostenido destello en busca de algo. ¿Tal vez otra vez desde esa tranquilidad color sepia?

Basta con tener una libreta y un rato libre. Uno
anota lo que percibe cuando pone atención; es
decir, hay que poner atención,
y su es domingo, si tenemos buen oído, si es
primavera
si no hay algo mejor que hacer,...


Francisco Javier Illán Vivas

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