viernes, mayo 08, 2009

Acantilados de papel 229: El silencio perturbado


FICHA:
EL SILENCIO PERTURBADO

de Isabel María Abellán
Edita: Ediciones Irreverentes
Madrid, diciembre de 2008
Género: Relatos
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-96959-23-1
205 páginas. 15 euros.
Página de la autora.
Página del libro.

COMENTARIO.
Un buen narrador, nos decía Eduardo Segura hace unas fechas en Murcia, durante la presentación de su último libro, debe tener la capacidad para generar mundos coherentes, profundamente verosímiles, desde la potencialidad del significado que es capaz de aportar el lenguaje. Y en esa coherencia nos encontramos cuando leemos los relatos de Isabel María Abellán, que navegan muchas veces entre lo real y lo imaginario, pero también entre lo real y lo deseado, en un libro que contiene 28 relatos y que fue ganador del III Premio Internacional Vivendia de Relato.

Esa característica de la creación de mundos coherentes y profundamente verosímiles ya la encontramos el primer relato, que da título al libro, El silencio perturbado, donde sabremos que “casi siempre la soledad viene cogida de la mano de la edad” (pag. 7), reflexión que nos sitúa en este mundo y en un momento que, fuese presente o pasado cercano, también contiene la marca de Otro Mundo, de ese mundo de la fantasía que sólo los niños pueden ver, puesto que no hay nada más verdadero que lo que desea, y la protagonista desea el silencio, un silencio perturbado por el insistente timbre del teléfono que nos llevará a un final sorprendente, donde, otra vez, todo vuelva a estar en silencio.

Hay momentos en estos veintiocho relatos que me parecieron encadenados y, aunque no tengan relación, sí descubriremos que hay en ellos bastante de la autora, como el titulado La iglesia, de un pequeño pueblo oculto en la montaña, y el siguiente, La aparecida, cuya narración transcurre en un pueblo muy pequeño. La protagonista del primero sabe nada más llegar a aquel pueblo que estaba a la deriva, sin médico ni sacerdote, y donde es posible averiguar que no nos asustan las campanas de una iglesia abandonada en mitad de la noche, ni las luces que se encienden y apagan, ¿acaso será mirar a la muerte de cerca?, algo que, como decía al principio, sólo podremos averiguar en la iglesia de un pequeño pueblo oculto en la montaña. Un pueblo, el del siguiente relato, situado al final de un camino lleno de curvas cerradas, rodeado de inmensos huertos de naranjos y limoneros, donde la protagonista acude a su primer trabajo, como profesora, y donde le contarán la leyenda de La Aparecida, que todos conocemos y hemos escuchado, sabiendo que “cuando por fin termina la curva y el conductor mira por el espejo retrovisor, descubre que la chica ya no está” (pag 33), pero a nadie nos han contado la relación que ella tuvo con Amalia, con quien se tomaba el café antes de entrar a clase.

¿Les he hablado ya de naranjos? Pues el siguiente relato lleva por título El ladrón de naranjas, y en él, se confirma esa afirmación que os decía al principio: no hay nada más verdadero que lo que se desea. Si ese deseo es el de una abuela, que se ha jurado devolverle al ladrón todo lo que la vida le había negado hasta entonces (pag 55), sabremos el significado de verdadero.

Silencios, pasado, deseos inquebrantables, rodeados de la bruma de lo irreal y el misterio, con personajes muy reales, en estas características se desarrollan los relatos de Isabel María Abellán, finales inesperados, como el ya comentado del primer relato, o el de “Reencuentro por navidad”, donde la autora nos hace un guiño a quienes vivimos en la Región de Murcia: “...habían conseguido detener la voracidad insaciable de los constructores...”, un relato que nada tiene que ver con eso ni con este final “...cuando contrataron nuestros servicios, nos aseguraron que nuestra agencia sería la única encargada de la venta de esta casa.” (pag 61), pues os aseguro que no va de inmobiliarias ni de constructores, ni de reclasificaciones ni de places parciales.

Pero sí de secretos “la muerte es la más cruel de las ausencias, porque nunca se regresa” (pag 165; aunque, como nos dijo Ernesto Sábato, “los muertos mueren una vez, y los desaparecidos, todos los días” (pag 159), ¿por qué esta diferencia? Por que “lo que nos pasa a todos es que nunca nos acostumbramos a la muerte” (pag 115), todo ello, como os digo, en relatos la autora también juega con la complicidad del lector, dejando el final abierto, para que el lector adivine y, quiero que no se me olvide, donde la escuela, la maestra, son personajes recurrentes.

Y el mar. “Cuando el mar está tan enfadado como hoy y estás en su interior hay que dejarse llevar, si él comprueba que eres obediente y no lo desafías, se apiadará y aflojará su terrible garra...”, (pag 196) sí, el mar es otro de los personajes de estos relatos.

LA AUTORA.
Isabel María Abellán, Cartagena, 1962, se presentó como escritora con la novela La línea del horizonte. Ha participado en las antologías El corazón delator y 13 para el 21. Ha publicado también El último invierno y otros relatos. Es colaboradora del periódico literario Irreverentes y colaboradora en Radio Murcia- Cadena SER.

El silencio perturbado ganó el III Premio Internacional Vivendia de Relato.

2 comentarios:

Javier Fernández Jiménez dijo...

He leído algún relato de esta escritora y ¡me encanta! Describe como nadie y sin que te des cuenta, te obliga a emocionarte al leerla. A ver si me hago con el libro, hombre.

François de Fronsac dijo...

Pues la editorial es de ahí cerquica, y Miguel Ángel de Rus estará encantado de que hables de este libro de relatos.