viernes, abril 23, 2010

Acantilados de papel 292: Homo Gilipollensis


FICHA:
HOMO GILIPOLLENSIS
de Manuel Aparicio Burgos
Edita: Huerga & Fierro Editores.
Madrid, enero de 2010
Género: Emsayo, filosofía.
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-8374-791-9
96 páginas. 12 euros.
Página del libro.
Prólogo de Francisco Javier Illán Vivas

COMENTARIO.
Después del Homo Sapiens habitó la Tierra el Homo Gilipollensis... así comienza este libro que, espero, os decidáis a leer, y que prologué por deseo de su autor, al que le estoy agradecido.

Sin pretender en él dar una lección magistral, soy consciente de que generalmente se denomina evolución a cualquier proceso de cambio en el tiempo. En el contexto de las ciencias de la vida, la evolución es un cambio en el perfil genético de una población de individuos, que puede llevar a la aparición de nuevas especies, a la adaptación a distintos ambientes o a la aparición de novedades evolutivas. Dicho esto, debemos destacar la confusión existente entre el hecho evolutivo y la teoría de la evolución, y esta obra, tiene más que ver con el hecho evolutivo, es decir, el hecho de que los seres vivos están emparentados entre sí y se han ido transformando a lo largo del tiempo, que a la teoría de la evolución, más centrada en describir la transformación y diversificación evolutiva y en explicar sus causas.

Manuel Aparicio Burgos intentará explicarnos, ya desde las primeras páginas, de dónde, cómo, cuándo, por qué y para qué vino a la Tierra el Homo Gilipollensis, y en su costumbres y hábitat intentará encontrar una respuesta.

Tarea muy difícil en la que se ha empeñado este profesor burgalés, cuando las teorías de renombrados científicos, léase Charles Darwin o Alfred Russel Wallace, no terminan de ser unánimes, y puede hablarse de selección natural, deriva genética, mutación, migración, lamarckismo, creacionismo...

Lo que nuestro autor sí tiene claro es que, después del Homo Sapiens pobló la tierra el Homo Gilipollensis, y adelanta algunas claves, muy actuales en este año de 2009, lo cual debería servirnos de reflexión sobre lo que estamos creando o, mejor dicho, hacia lo que estamos evolucionando: el hombre pasó de ser el centro de la vida sobre la Tierra al centro de la muerte. Hoy mismo las agencias informativas anunciaban dos hechos muy graves, y los cito como referencia de la actualidad que tiene el presente libro: la demostración de que los árboles y vegetales se están haciendo escaladores de montañas, buscando zonas más frescas y húmedas, debido al calentamiento global; y que una enorme plataforma de hielo se desprendía, y van..., de la Antártida.

Como digo, Manuel Aparicio apunta algunas claves para dar respuesta a esas preguntas formuladas ya desde los primeros párrafos: su aparición provocó el exterminio de muchas de las facultades de su antecesor, o, importante detalle: vivió en la locura.

Con el humor que caracteriza al burgalés, nacido en Tolbaños de Abajo, nos introducirá en el último eslabón de la evolución humana, y descubriremos que el Homo Gilipollensis devino en la Tierra en muy pocos años, posiblemente cincuenta o menos, según mi parecer, a diferencia de sus antecesores, si lo fueron, el Homo ergaster, el Homo mauritanicus, el Homo rhodesiensis, el Homo neandherthalensis y el Homo sapiens. Y, curioso en esta nueva especie, inventora de idiotologías y multilogías, poseedora de importantes flatulencias mentales: su proliferación en otras subespecies que él nos explicará en breves capítulos: el Homo ridiculus, el Homo gregarius, el Homo abominabilis, el Homo fariseensis, el Homo mortíferus, el Homo holgazanus-rutinarius, el Homo analfaliteratus, el Homo famélicus, el Homo mentecatus... en fin, todo un árbol genealógico que hará las delicias de los investigadores, antropólogos, evolucionistas, creacionistas, y demás.

Para mí ha sido un enorme placer adentrarme en la gilipocinética vida del Homo Gilipollensis, conocer sus costumbres, sus manías bunquerócratas, su muy interesante máquina musculoproductiva y los días que es capaz de rendir, con interesantes datos para los estudiosos, su inevitable tendencia hacia escacharrar cuanto le rodea y, algo que ante lo anterior puede sorprender, su manía mierdadora y guardadora .

No quiero desvelar si la desaparición del Homo sapiens fue debido a la selección natural de las especies, a mutaciones neutras o involutivas, a selecciones artificiales, al efecto del cuello de botella o a otros que no viene al caso citar, o si fue debido a la aparición de algún alelo que portaban en su genotipo. Deseo que el lector o lectora que se enfrente a él lo descubra, pues en las páginas de este libro disfruteréis del humor y la ironía, no exenta de seriedad, de la pluma de Manuel Aparicio Burgos.

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