viernes, noviembre 11, 2011

Acantilados de papel, 381: Principio y fin de la soledad


FICHA:
PRINCIPIO Y FIN DE LA SOLEDAD
de Ada Soriano
Edita: Cátedra Arzobispo Loazes
Alicante, 2011
Género: Poesía
Página de la autora.
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COMENTARIO de Fulgencio Martínez.

Ada Soriano Lidón (Orihuela,1963) es poeta y narradora que ha publicado ya una amplia obra, de la que sobresalen títulos, en poesía, como Anúteba, Luna esplendente o sol que no se oculta (traducido al inglés por el hispanista G. Holliday), Alimentando lluvias y Poemas de amor.

Su último libro, Principio y fin de la soledad, consolida la voz de esta poeta que indaga en la profundidad del alma, para entregarnos la palabra exacta y emotiva, cargada de humanidad, con la que poder sentirnos acompañados.

Abre el poemario una cita de las memorias de otro gran indagador de la psique, Carlos Castilla del Pino; cita bien traída por la autora para advertirnos de la ambivalencia existencial en la que se moverá en el libro al enfrentar su leitmotiv: la soledad. “Por una parte, la necesitaba –dice Castilla del Pino- para mi vida oculta… por otra, me cansaba, deseaba salir de ella”.

En ese amor-odio a la soledad indaga la poeta para encontrar no sólo su verdad, sino la verdad humana en la que reconocernos. Vivimos en un mundo alienante, de falsa comunicación; por eso, sólo los auténticos poetas se atreven a presentar enmiendas a la totalidad del mundo. Con serenidad, como si tejiera pacientemente una tela finísima, va Ada Soriano humanizando el vacío que nos esconde el mundo con su apariencia de compañía. La falta de raíces en la naturaleza, en el paisaje, es la primera dirección en que busca. “Cada vez que me acerco / a la amplitud del paisaje/ siento la extraña inquietud/ de todos los atardeceres”, dicen los versos del segundo poema del libro, “En los contornos del silencio”. Paisaje rural próximo a la “ciudad humana”, unas veces; otras, parque urbano, donde la poeta se refugia al atardecer; en poemas posteriores, el paisaje de mar y costa: siempre, en Ada Soriano, el paisaje es la primera respuesta al afán de compañía; pero, para ella son también paisaje, en un sentido amplio, las palabras y la presencia humana. Un poco como Gabriel Miró, la poeta transfigura lo humano y la naturaleza en la emoción del paisaje que, como síntesis o fusión de ambos mundos y de la propia subjetividad, le certifican una primera constancia de realidad, de algo con lo que contar y ante lo que vivir y sentirse. Paisaje humanizado se vuelve también el arte, la pintura, la mecedora, los objetos familiares. Como dice Gregorio Canales, “es admirable la capacidad de Ada Soriano para crear con temas dispares un poemario unitario, sin fisuras”.

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