FICHA:
RECITANDO A PETRARCA
de Ignacio Borgoñós
Edita: Alfaqueque Ediciones
Barcelona, Septiembre de 2009
Género: Novela
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-936274-78
350 páginas. 22,50 euros.
Página del autor.
Página del libro.
Ilustraciones de: Juan Heredia
COMENTARIO.
Comenta Ignacio Borgoñós, en una reciente entrevista que se publicará en el próximo número de “Ágora, papeles de arte gramático”, que tras esta novela hay mucho más trabajo que en sus anteriores publicaciones, que en ella recoge un poso sentimental y algunas de las características de aquellas, pero que añade un plus de expresión literaria, lo cual fue, para él, hecho a conciencia, pues se trata con ella de subir un peldaño más con cada trabajo, y, aunque es ya un autor reconocido, al menos a nivel regional, puede que esta novela represente para él como esa llamada que Gabriel Siloé, el personaje de su novela, recibió y de la que pensó que “podría cambiarle la vida”, aunque Gabriel encaraba su particular otoño vital e Ignacio una resplandeciente primavera creativa.
Una novela que nos lleva de Budapest a Toledo, y de ésta, de vuelta a aquella, con pinceladas poéticas escondidas entre una narrativa que atrae al lector, invitándole a seguir disfrutando de las palabras escritas, como el propio autor dice “donde los personajes saben que deben ceder parte de su protagonismo al lenguaje”, y ya desde el principio lo entenderemos, cuando asistamos a la habitual tertulia de los jueves en la cafetería New York- Hungaria, de la capital húngara.
Gabriel Siloé, arquitecto español residente en Budapest, reconocido con el premio Pritzker por su obra Las manos de Europa, es el persona principal de esta novela, un hombre perseguido por el fantasma de su pasado, sombras con muchos rostros, pero en especial uno: el de Laura Fiume, pero también Toledo, y don Jaime, y Pablo Macías- os recomiendo leer el final de la página 126 y principios de la 127, paisaje de una boda con inopinada sorpresa final que marcará el destino de Gabriel y de Laura-. Pero aún siendo, como digo, el personaje principal, cede protagonismo a la propia Laura, como no podía ser de otra forma, a don Jaime, su padre; a István Németh, a László Konya, catedráticos y amigos; a Lolo Egea, y a Doña Loreto y a Don Gervasio, y a las calles de Toledo. ¡Cuántos paseos recorreremos por ellas a lo largo de la narración! Ignacio Borgoñós ha creado un canto a sus luces, y a sus oscuridades, a sus puentes, y a sus pasarelas peatonales.
Os decía, desconocidos lectores y lectoras, que hay poesía en esta novela. Por que también es una novela de amor, de un amor que nunca finalizó, ni tuvo explicaciones, nadie las pidió, pero todos las esperaron. Por eso, Gabriel Siloé nos explicará, en las primeras páginas, que en la “vida de todo hombre se da la constante de los tres amores”, que sabremos son el platónico, el fáctico y el carnal. Y esos tres amores, encarnados en Laura, Zarah y Bianka, también serán personajes importantes en una novela que tiene tantas facetas como las que nos pueden mostrar Toledo o Budapest.
Y odio, un odio inexplicable, por el que avanzaremos temiendo la sombra de Lolo Egea, una sombra que está a punto de convertir a Gabriel en otra, que “caminaba sin dueño porque nadie la reivindicaba”, porque la vida de todos esos personajes puede que estén vacías si, como se nos dice en la contraportada, “no tienen una cimentación pasional que lo validen todo”, a lo que yo añadiría moral: ese indeseado encuentro en la boda de Laura, la relación de ésta y don Jaime, Gabriel y Bianka... y el espino, parecía que “sus posibilidades fracasaban contra el alambre de espino tendido a lo largo del tiempo”.
Pero el amor, que en esta ocasión, y atendiendo a las propias explicaciones de Gabriel, sería el platónico, le gusta vencer y escoge los caminos más inesperados y los encuentros fortuitos, desencadenará la historia, dramática en apenas dos páginas, por que “los destinos de los hombres vienen marcados por una pelea definitiva y trivial entre semejantes por un ser deseado” (Pág., 342).
Ya poco importará que los planos de Las Manos de Europa hayan sido robados, no, no importa. Ya sólo tienen importancia los reiterados versos de Petrarca: “Amor et io sí pien´di meraviglia/ como chi mai cosa incredibil vide,/ miriam costei quand´ella parla o ride/ che sol se stessa, et nulla altra, simiglia”.
EL AUTOR.
Ignacio Borgoñós, Cartagena, 1975. Licenciado en Filosofía y letras por la Universidad de Murcia y master en periodismo por El Correo y la Universidad del País Vasco. En la actualidad trabaja en el gabinete de prensa de los Centros Tecnológicos de la Región de Murcia. También es columnista del diario La Opinión de Murcia y ejerce como profesor de creación literaria.
En su trayectoria destacan los más de doce premios de cuento que ha ganado como el Murcia Joven, o el libro murciano del año de 2006 por su novela Ánimos sombríos.
Recitando a Petrarca ha sido finalista en el Premio “Mario Vargas Llosa” 2009.
RECITANDO A PETRARCA
de Ignacio Borgoñós
Edita: Alfaqueque Ediciones
Barcelona, Septiembre de 2009
Género: Novela
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-936274-78
350 páginas. 22,50 euros.
Página del autor.
Página del libro.
Ilustraciones de: Juan Heredia
COMENTARIO.
Comenta Ignacio Borgoñós, en una reciente entrevista que se publicará en el próximo número de “Ágora, papeles de arte gramático”, que tras esta novela hay mucho más trabajo que en sus anteriores publicaciones, que en ella recoge un poso sentimental y algunas de las características de aquellas, pero que añade un plus de expresión literaria, lo cual fue, para él, hecho a conciencia, pues se trata con ella de subir un peldaño más con cada trabajo, y, aunque es ya un autor reconocido, al menos a nivel regional, puede que esta novela represente para él como esa llamada que Gabriel Siloé, el personaje de su novela, recibió y de la que pensó que “podría cambiarle la vida”, aunque Gabriel encaraba su particular otoño vital e Ignacio una resplandeciente primavera creativa.
Una novela que nos lleva de Budapest a Toledo, y de ésta, de vuelta a aquella, con pinceladas poéticas escondidas entre una narrativa que atrae al lector, invitándole a seguir disfrutando de las palabras escritas, como el propio autor dice “donde los personajes saben que deben ceder parte de su protagonismo al lenguaje”, y ya desde el principio lo entenderemos, cuando asistamos a la habitual tertulia de los jueves en la cafetería New York- Hungaria, de la capital húngara.
Gabriel Siloé, arquitecto español residente en Budapest, reconocido con el premio Pritzker por su obra Las manos de Europa, es el persona principal de esta novela, un hombre perseguido por el fantasma de su pasado, sombras con muchos rostros, pero en especial uno: el de Laura Fiume, pero también Toledo, y don Jaime, y Pablo Macías- os recomiendo leer el final de la página 126 y principios de la 127, paisaje de una boda con inopinada sorpresa final que marcará el destino de Gabriel y de Laura-. Pero aún siendo, como digo, el personaje principal, cede protagonismo a la propia Laura, como no podía ser de otra forma, a don Jaime, su padre; a István Németh, a László Konya, catedráticos y amigos; a Lolo Egea, y a Doña Loreto y a Don Gervasio, y a las calles de Toledo. ¡Cuántos paseos recorreremos por ellas a lo largo de la narración! Ignacio Borgoñós ha creado un canto a sus luces, y a sus oscuridades, a sus puentes, y a sus pasarelas peatonales.
Os decía, desconocidos lectores y lectoras, que hay poesía en esta novela. Por que también es una novela de amor, de un amor que nunca finalizó, ni tuvo explicaciones, nadie las pidió, pero todos las esperaron. Por eso, Gabriel Siloé nos explicará, en las primeras páginas, que en la “vida de todo hombre se da la constante de los tres amores”, que sabremos son el platónico, el fáctico y el carnal. Y esos tres amores, encarnados en Laura, Zarah y Bianka, también serán personajes importantes en una novela que tiene tantas facetas como las que nos pueden mostrar Toledo o Budapest.
Y odio, un odio inexplicable, por el que avanzaremos temiendo la sombra de Lolo Egea, una sombra que está a punto de convertir a Gabriel en otra, que “caminaba sin dueño porque nadie la reivindicaba”, porque la vida de todos esos personajes puede que estén vacías si, como se nos dice en la contraportada, “no tienen una cimentación pasional que lo validen todo”, a lo que yo añadiría moral: ese indeseado encuentro en la boda de Laura, la relación de ésta y don Jaime, Gabriel y Bianka... y el espino, parecía que “sus posibilidades fracasaban contra el alambre de espino tendido a lo largo del tiempo”.
Pero el amor, que en esta ocasión, y atendiendo a las propias explicaciones de Gabriel, sería el platónico, le gusta vencer y escoge los caminos más inesperados y los encuentros fortuitos, desencadenará la historia, dramática en apenas dos páginas, por que “los destinos de los hombres vienen marcados por una pelea definitiva y trivial entre semejantes por un ser deseado” (Pág., 342).
Ya poco importará que los planos de Las Manos de Europa hayan sido robados, no, no importa. Ya sólo tienen importancia los reiterados versos de Petrarca: “Amor et io sí pien´di meraviglia/ como chi mai cosa incredibil vide,/ miriam costei quand´ella parla o ride/ che sol se stessa, et nulla altra, simiglia”.
EL AUTOR.
Ignacio Borgoñós, Cartagena, 1975. Licenciado en Filosofía y letras por la Universidad de Murcia y master en periodismo por El Correo y la Universidad del País Vasco. En la actualidad trabaja en el gabinete de prensa de los Centros Tecnológicos de la Región de Murcia. También es columnista del diario La Opinión de Murcia y ejerce como profesor de creación literaria.
En su trayectoria destacan los más de doce premios de cuento que ha ganado como el Murcia Joven, o el libro murciano del año de 2006 por su novela Ánimos sombríos.
Recitando a Petrarca ha sido finalista en el Premio “Mario Vargas Llosa” 2009.
Conocí a Ignacio a principios de este año, y me pareció una persona que amaba mucho la literatura y que quería ascender paso a paso en ella, pero muy sólidamente. En verdad creo que lo está consiguiendo, y que se lo merece.
ResponderEliminarUna buena entrada, Francisco Javier.
Saludos.
Hola Francisco.
ResponderEliminarA ignacio le conocí hace un tiempo, cuando era mi profesor junto con Antonio Lois en el Carmen.
Me alegro mucho de todo lo bueno que aparezca en su vida.
Está claro, que escribir le gusta y lo hace muy bien.
Besos de fin de año.