FICHA:
EL DIARIO INCONCLUSO DE BELÉN
de José María López Conesa
Edita: Rucard Distribuciones
Murcia, marzo de 2010
Género: novela
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-613-7262-1
Portada e ilustraciones de Toñy López
Prólogo de Francisco Javier Illán Vivas
COMENTARIO
Así es como podemos sentirnos los lectores del prolífico autor molinense que ha tenido a bien permitirme abrir su nueva novela con estas breves líneas. La venida hace referencia a su obra, por séptimo año consecutivo, cumpliendo aquel vaticinio que le hice, en nuestros primeros contactos: voy a dejar un anaquel de mi biblioteca personal para tu obra, convencido estaba, reafirmado ahora, de que finalmente lo completaría con sus novelas, relatos, novelas cortas, poemas... Y ya avanzan, ya.
Desde la ventana del primer convento que José María se empeñó en hundir, Pascual García nos contaba que el autor echaba mano de su memoria para plantear fábulas con un fondo moral evidente, transidas de experiencia y conocimiento, y lanzaba un deseo: que su aventura literaria fuese larga y venturosa, algo que, en este mortecino 2009, verificamos. Al siguiente año se puso a nuestro servicio, aunque se nos fue a París, y nos presentó el amor a Dios y el amor a la carne, donde Juan E. García Jiménez entreveía a Unamuno, y encontraba coincidencias con el Arcipreste de Hita, sin dejar de avisarnos que el autor escribe como habla, dejando fluir el verbo sin dolorido sentir.
Ya éramos muchos los que empezábamos a esperar la venida de la siguiente obra de José María, siempre alrededor del 19 de marzo, y en Atrapada se nos mostraba, como bien se percató Consuelo Cano Hernández, como un notario del alma, contador de historias, que venía con un arriesgado y doloroso viaje de unos cuantos a los peores sitios. Y, por si aún nos quedaba duda, desde la tribuna, nos advertía: el próximo año, otro. Ni aquel famoso Joe Rígoli, con su “yo sigo”, tuvo tanta perseverancia como Azote, su apodo, siempre junto a su nombre, en la cubierta o en la portada de sus libros. Y es que hay lazos indestructibles, como los de la sangre, y él mismo, en primera persona nos confesaba que no buscaba el placet de nadie; tan sólo compartir pensamientos que provienen y se conciben tras la meticulosa observación de la realidad. Él encuentra sus personajes, sus motivos, como un pintor, en las aceras de nuestros pueblos, los jardines, los centros comerciales, incluso en las tertulias de los jueves de cualquier cansado casino. Esas son sus musas, aunque él persiste en transformar lo negro en blanco, o lo irreal en real, si conviene, como ese machacón anuncio de un analgésico contra el resfriado.
Literatura, y pintura, no debe olvidarse esta dualidad en la obra de José María López Conesa, y no sólo porque siempre ha estado acompañado de la obra de su hija Toñi López, tanto en las portadas como en las ilustraciones interiores de sus libros, sino por que la descripción de los personajes las hace con trazo breve, como afirmaba Salvador Navarro Sánchez en la siguiente entrega de la Biblioteca José María López Conesa, Vol V: Preciada Soledad, recreándose en ese trazo seguro y luminoso como un cuadro de Sorolla con aromas de Valdés Leal, palabras que no son mías, sino de aquél, quien puntualizaba que todo ello siempre con cierto tono de autobiografía interior lejos de la de Federico Sánchez pero con quien comparte la barojiana búsqueda de la lucidez donde el orden libresco es clave de conocimiento. Una obra que deviene en un relato ético sobre la situación actual del ser humano.
Cambiada ya la fecha del 19 de marzo por otra más comercial y literaria de abril, con sus ferias, semanas y primaveras del libro, José María vuelve, persiste, viene, enfrentándose a la depresión, infelicidad, valores, educación, el amor, ya sea oficial o no, que en estos tiempos que nos está tocando vivir, todo es una turbulencia, psíquica o no, como nos comentaba José Manuel Cartagena Ros, en la que Azote es un maestro ante todo, educa para la vida. Gran pensador porque ama solemnemente la vida y ello, hace que escriba desde la memoria, con el corazón, y con la cabeza.
Ahora entenderéis mi reflexión sobre el la venida, la llegada, incluso la presencia, como leí en una homilía de Benedicto XVI: en el lenguaje del mundo antiguo era un término utilizado para indicar la llegada de un funcionario, la visita del rey o del emperador a una provincia. Pero puede, en este momento del siglo XXI, donde los valores éticos se pierden, se me permita también utilizarla para indicar la llegada de un nuevo libro de José María López Conesa, la séptima entrega de su Biblioteca, que espero en algún momento se decida por titular así sus próximas obras. Como he ido citando, después de hundir conventos, amar bajo la torre Eiffel, ponerse a nuestro servicio, atraparnos con lazos de sangre, amar la soledad y golpearnos con turbulencias psíquicas, relatos costumbristas con profundos cimientos éticos, nos pide que nos adentremos en el diario de una joven, cuyo nombre, ¿me dirán que no?, no puede ser más apropiado al momento en que escribo y en que termino de leer el manuscrito: Belén.
La espera, otro elemento fundamental del adventus, ha merecido la pena. Sus seguidores, entre los que me cuento, esperamos con esperanza la nueva obra de José María, con esa inquietud por saber qué nos contará, a qué paisajes conocidos nos llevará en esta ocasión. Y mientras leía el manuscrito, he sabido que la espera ha merecido la pena, que cuando paseaba por sus letras, me recordaba la perdida y lejana infancia en unas playas que jamás volverán, aunque aún determinados edificios nos recuerdan como fueron. Si te adentras en esta novela, desconocido lector o lectora, descubrirás todos los secretos del diario de Belén, un diario no terminado, pero en el cual, tus ojos, serán cinceles de luz que concluirán esas inconclusas páginas.
Y, para él, no hay finales que puedas predecir. Siempre quiere sorprendernos.
EL AUTOR
José María López Conesa, Molina de Segura, 1945, licenciado en filosofía y letras y diplomado en ciencias bíblicas, es un entusiasta narrador de sucesos sadados de la realidad y amañados por su gran imaginación. Ha publicado poesía, relato y novela, y en este apartado, desde el 2004 nos regala con una novela anual: Que su hunda el convento y otros relatos, Servidor de ustedes & amores bajo la Torre Eiffel, Atrapada, Lazos de sangre, Preciada soledad, Turbulencias psíquicas y El diario inconcluso de Belén.
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