jueves, diciembre 01, 2011

Presentación de "Butaca de entresuelo", de Enrique Gracia Trinidad


Presentación del libro: "Butaca de entresuelo", de Enrique Gracia Trinidad.(un libro de poemas sobre películas de cine)

Jueves, 1-diciembre, 2011 - 19,30 h.

Fundación Universitaria Española. C/ Alcalá, 93, esquina a C/Velázquez. Metro Retiro o Ppe. de Vergara (Madrid)

2 comentarios:

  1. ¡¡Felicidades, Enrique, ¡¡Muchas felicidades!. ¡¡Enhorabuena, tronko!!, jejeje.
    Un fuerte y cariñoso abrazo, Enrique!!

    ResponderEliminar
  2. Aquí te mando esto, por si quieres publicarlo. Grasias por tdo, Enrique.

    LOS POETAS MARRRDITOS

    Los poetas marrrditos
    son marrrditos porque
    son marrrditos
    y, además, ejpañoles
    (ah, también hay algunos
    que no lo son,
    que conste)

    Los poetas marrrditos
    son marrditos
    porque cumplen las siete reglas
    de los poetas marrrditos.

    La primera regla:
    para ser un poeta marrrdito
    tu autoestima
    no sólo ha de estar por los suelos,
    sino que, además, has de creerte
    ser el mejor poeta der mundo…,
    der mundo… de la taberna
    conocida, vamos, en donde
    tu ego de soledad solitaria,
    tu ego de vejez senil
    y de vaciedad vacua
    te situará por encima de todos…
    de todos los que crees
    que están también como tú,
    en la más espiritual
    de las miserias.

    La segunda regla:
    para ser un poeta marrrdito
    has de ser muy,
    pero que muy borracho.
    Has de ponerte ciego…
    con 5 ó 6 cubatas
    y mucho de cerveza
    que ya le hayas metido
    a tu divino cuerpo.
    Y si no lo has hecho ya,
    o bien ya nunca lo serás,
    o bien te quedará poco,
    para ser uno de esos patéticos
    poeta marrrditos.



    La tercera regla:
    los poetas marrrditos
    siempre andan cabizbajos,
    con la mirada perdida,
    muy perdida,
    ¡pero que muy perdida…!
    porque están hasta el culo
    alcoholizados.

    La cuarta regla:
    para que conste que están
    a la última,
    si eres marrrdito,
    te has de poner con algo más
    que un chupito,
    y te colocarás
    con una de esa rayitas,
    o alguna de esas pastillitas,
    que te harán creerte ser
    lo que pareces:
    un inigualable poeta marrrdito,
    mu marrrdito,
    mu marrrdito.


    La quinta regla:
    para ser un poeta marrrdito
    tienes que pedir dinero
    a too er mundo pues,
    los poetas marraditos,
    no suelen tener un duro.
    aparentemente,
    y eso sí, siempre, siempre,
    siempre,
    van de gorrones por la vida,
    ¿o es que acaso nunca,
    nunca,
    nunca,
    os habéis encontrado
    con algún poeta marrrdito
    que no os haya sableado?.



    La sexta regla:
    para ser un poeta marrrdito
    has de tener muchos,
    muchos, pero que muchos acólitos,
    sí, seres no seres que te seguirán
    a todas partes,
    sanguijuelas clá que aplaudirán
    siempre tus inmejorables versos,
    versos de caca, culo, pedo, pis
    con los que armarás
    la de San Quintín
    y con los que, de por vida,
    serás gloriosamente reverenciado
    como un grandioso
    poeta marrrdito,
    mu marrrdito,
    pero que mu marrrdito.


    La séptima regla
    y aunque la haya dejado
    para lo último,
    esta es la regla
    más importante
    de todas las reglas,
    habías y por haber:
    como son marrrditos y
    dan una lástima y una pena,
    penita, pena que te cagas,
    y como están más solos
    que la una
    y una aceituna,
    para el cubata
    que ahora mismito
    se estarán tomando,
    “entran” a todos aquéllos,
    que pudieran ser follables…,
    y a los que no pudieran serlo,
    también,
    Y ante esta prodigiosa forma vida,
    siempre encontrarán a alguien
    que pretenderá cambiársela…
    pero, lo que no saben estos ingenuos
    es que, justamente,
    si nuestros poetas marrrditos
    renunciaran a esta pseudovida
    de marrrditos,
    dejarán de ser
    lo que nunca serían por ellos mismos,
    y entonces, totalmente desconsolados,
    ya no sabrían cómo tirarse a alguien.


    Así que ya sabéis,
    si queréis ser uno de los
    poetas marrrditos que
    fululan por Madrid,
    habréis de cumplir
    estas siete reglas,
    pues si no,
    no llegaréis a ser un
    “honolable” poeta marrrdito,
    muuu marrdito.

    (Kostas Kamaki)

    ResponderEliminar