En la luz no hay más que unos ojos entornados
Ediciones Alvaeno, 2012
Desde una distancia tan lejana como el tiempo, no ya el espacio, que podría acrecentarla más, el poemario que os comentamos me recordaba, en la portada, a la cúpula del Empire State Building, no me preguntéis por qué, aunque era ya un aviso del caos que nos esperaba tras ella, fuera de toda esperanza, poemas para una colección distópica, caótica.
Y eso que tanto Marian Raméntol como Cesc Fortuny nos avisaban desde el doble prólogo.
El libro es una sucesión de poemas donde el hilo conductor es "una carga emocional explosiva y corrosiva a través de la cual el autor invoca y convoca... a los acontecimientos diarios...", escribe Marian. Cesc nos dice que no es un libro para "pusilánimes ni faltos de voluntad. Tal y como compete a un iniciado, el lector debe destruirse y presenciar cómo es destruido, sin quejarse ni pestañear".
Jaume Vendrell no escribe, arroja palabras sobre un lienzo que ya parece manchado, aunque no he sabido descubrir el color original, y las palabras por momentos parecen piedras, unas veces cantos rodados, pero otras veces muestran sus más cortantes aristas primigenias.
Es un doloroso viaje hacia la luz, en el que exige al lector que olvide todo lo leído y es él, quien debe decidir si emprender el viaje merece el intento.
Francisco Javier Illán Vivas
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