Pascual García
La fatiga y los besos
Ediciones Vitruvio, 2013
Una vez más el impenitente lector que me acompaña cada día se encuentra con una obra salida de la pluma precisa de Pascual García, a quien ya no creo necesario presentar, sino invitar a los lectores y lectoras, desconocidos cimientos de estos Acantilados de papel, a pasearse por mis impresiones sobre sus anteriores obras.
La fatiga y los besos es un libro que parece haber recorrido un largo camino desde que ganó el Premio internacional de poesía Sánchez Bautista hasta verse publicado, como si hubiese conocido esa cansera que nos anuncia su título antes de llegar a la alegría de los besos publicados.
Mientras leía estos versos cargados de fatiga diaria, me he sentido ante algo conocido, no ya por haber vivido yo mismo lo que Pascual García nos desvela, sino porque creo que este poemario puede formar una unidad creativa con Años fugitivos y, adentrándome más en las lecturas de las obras del autor nacido en Moratalla, con El secreto de las noches y Cita al anochecer, convencido como está de que el poeta debe desvelar el misterio del mundo que le rodea.
Y ese mundo hoy en crisis comienza a parecerse mucho al que conoció él durante una década, como emigrante y como trabajador de la tierra, como jornalero, por eso los "evoca en silencio", aunque ellos, los jornaleros, "ignoran que su fama es vasta,/ que más tarde o más temprano un poeta/ menor, y compasivo, se acordará de todos/ y escribirá unos versos..."
Parece más bien que la rueda del tiempo girase en dirección contraria, hacia atrás, hacia la tierra, y se escuche una vez más ese anciano consejo "si conserváis la tierra comeremos", ahora que casi toda ella fue aplastada por el labrillo imperator, mientras al trabajador, al jornalero, le roban lo que tiene y lo que podría tener.
Pero no pierde la esperanza el poeta, ni con él ese personaje ficticio unión de todos los jornaleros, ya sea en su tierra o en otra extraña, él se mantiene optimista a ultranza, aunque sepa, y lo sabe, que está encadenado a la tierra hasta "el final del tiempo".
Pascual García, quien declaró un día que para él escribir es casi una tortura se parece, con cada nueva entrega, más a un árbol fecundo rebosante de savia que produce abundantes y dulces frutos.
Francisco Javier Illán Vivas
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