DECIMO SÉPTIMO FRAGMENTO DE 1314, la venganza del templario
Estuvo tentado de gritar, temía aquella fuerza para él desconocida, que le transportaba hacia arriba en vez de hacia abajo, como hubiese sido lógico al caer en una grieta, pero no sentía miedo, no recordaba cuando fue la última vez que padeció miedo. Nada malo podría sucederle si seguía ascendiendo, y antes de que pudiese comprender todo el misterio que le rodeaba, se encontró flotando en una amplísima cavidad rocosa iluminada por fuegos fatuos.
A sus pies, a unos dos codos de distancia, ahora veía con total claridad, el tenebroso pozo por el cual había ascendido aspirado por la desconocida fuerza que le mantenía estable en el aire. No podía saber cuánto trayecto había recorrido, pero a tenor de la velocidad con la que había ascendido, se encontraba a una mareante altitud en las entrañas de la montaña.
Sonrió pensando que ahora estaba mucho más cerca de alcanzar el Árbol.
―De modo que me has seguido ―era la voz del desconocido, al que había perseguido desde su campamento. Ahora sonaba más honda y relajada, no era en modo alguno insultante, sino sorprendida.
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