FICHA:
LA PINTURA DEL MONSTRUO
de José Emilio Iniesta González
Edita: Alfaqueque Ediciones
Cieza, febrero de 2010
Género: Novela
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-937420-41
253 páginas.
Página del autor.
Página del libro.
COMENTARIO de Francisco Javier Illán Vivas.
El pasado 18 de julio se cumplían los 400 años de la muerte de Michelángelo Merisi da Caravaggio, supuestamente en Porto Èrcole, aunque hay otras versiones, como apunta Javier Montes en un reciente artículo en el ABC Cultural; lo cierto es que su vida y su muerte fue más tenebrista que su pintura, él, que en la novela de José Emilio se define como “el monstruo, el hombre sin rostro, el pintor de la oscuridad, el artista de la muerte y de los muertos”, y cuya lectura me ha servido para redescubrir a este pintor de pintores que, por no dejar, no dejó ni “huesos, ni rúbricas. Sólo firmó un cuatro, y esbozó así la partitura de un baile de los vampiros a base de atribuciones dudosas y descatalogaciones rabiosas”, en palabras del citado Javier Montes.
En efecto, dos días antes del aniversario del cuarto centenario de su muerte, se anunciaba por parte de “L´Osservatore romano” la posible autoría de un nuevo cuatro, “Martirio de San Lorenzo”, propiedad de los jesuitas, con claras similitudes con otros cuadros del pintor como “Conversión de San Pablo” o “El martirio de San Mateo”. Todas estas circunstancias que se producen alrededor de Michelángelo Merisi conforman la trama de la novela que nos ocupa, pudiendo encontrar ya en la página 22 que lo que uno de los personajes pretende de Patricio Almela- profesor de historia del arte y gran experto en pintura tenebrista- “no es verificar la autenticidad de un cuadro falso, sino todo lo contrario, ¡certificar la falsedad de uno auténtico”, sumergiéndole en una trama de mentiras y verdades encubiertas que por momentos le hará sentirse protagonista de una conspiración a gran escala, lo que su psiquiatra denomina “el síndrome del Priorato de Sión”, que nos debe traer recuerdos de la novela entre las novelas en lo referente a fantásticas conspiraciones mundiales y eternas.
José Emilio sabe llenar sus novelas de personajes secundarios que tienen la vitalidad de los principales, y así vuelve a hacerlo en esta ocasión con Lucas Belmar, con Gundemaro Azcona, con Verónica Andrade, con Arturo Andrade, con Assumpta Boadas, con Lucía Andrade... incluso con Vanesa, la recepcionista, administrativa y muchas más cosas de los abogados Lucas y Gundemaro. Puede argumentarse que Verónica es uno de los personajes principales, pero, para mí, sólo a partir de un momento determinado de la novela, sobre todo el final, trepidante, propio de una novela de acción.
Las relaciones de Lucas con la política regional madrileña, de Assumpta con la pintura y turbios negocios alrededor de ella; de los hermanos Arturo y Verónica, de la sorpresa final alrededor de Lucía, y el pasado de Patricio, conforman la trama de la novela, siempre en torno a un cuadro titulado “La faccia occulta della luna”, supuestamente de Caravaggio, quien en determinados momentos se convierte también, desde su tiempo, en personaje principal y único de la novela, debido a una “identificación secundaria, de carácter hiperestésico, con un personaje real”, que sufre Patricio en palabras, una vez más, de su psiquiatra.
Os decía al principio que esta novela me ha servido para redescubrir a Michelángelo Merisi, leer un extenso artículo sobre él escrito por Damián Bayón y ver muchos de sus cuadros, gracias a las nuevas tecnologías, pero también reconocer el profundo conocimiento que, sobre la obra del pintor de Caravaggio, nos muestra José Emilio Iniesta en su novela, incluso, atreviéndose a “pintar” la obra culminante del italiano con una minuciosidad que podemos creernos que el cuadro existe, ¿o existe realmente?
Talvez por tenerla aún reciente, he de decir que en determinados momentos, las reacciones, la identificación secundaria de Patricio con Caravaggio, se asemejaban mucho a las de Julio Petrel con la princesa Buthayna bint al-Mótamid, de su anterior novela “La risa de las mujeres muertas”.
LA PINTURA DEL MONSTRUO
de José Emilio Iniesta González
Edita: Alfaqueque Ediciones
Cieza, febrero de 2010
Género: Novela
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-937420-41
253 páginas.
Página del autor.
Página del libro.
COMENTARIO de Francisco Javier Illán Vivas.
El pasado 18 de julio se cumplían los 400 años de la muerte de Michelángelo Merisi da Caravaggio, supuestamente en Porto Èrcole, aunque hay otras versiones, como apunta Javier Montes en un reciente artículo en el ABC Cultural; lo cierto es que su vida y su muerte fue más tenebrista que su pintura, él, que en la novela de José Emilio se define como “el monstruo, el hombre sin rostro, el pintor de la oscuridad, el artista de la muerte y de los muertos”, y cuya lectura me ha servido para redescubrir a este pintor de pintores que, por no dejar, no dejó ni “huesos, ni rúbricas. Sólo firmó un cuatro, y esbozó así la partitura de un baile de los vampiros a base de atribuciones dudosas y descatalogaciones rabiosas”, en palabras del citado Javier Montes.
En efecto, dos días antes del aniversario del cuarto centenario de su muerte, se anunciaba por parte de “L´Osservatore romano” la posible autoría de un nuevo cuatro, “Martirio de San Lorenzo”, propiedad de los jesuitas, con claras similitudes con otros cuadros del pintor como “Conversión de San Pablo” o “El martirio de San Mateo”. Todas estas circunstancias que se producen alrededor de Michelángelo Merisi conforman la trama de la novela que nos ocupa, pudiendo encontrar ya en la página 22 que lo que uno de los personajes pretende de Patricio Almela- profesor de historia del arte y gran experto en pintura tenebrista- “no es verificar la autenticidad de un cuadro falso, sino todo lo contrario, ¡certificar la falsedad de uno auténtico”, sumergiéndole en una trama de mentiras y verdades encubiertas que por momentos le hará sentirse protagonista de una conspiración a gran escala, lo que su psiquiatra denomina “el síndrome del Priorato de Sión”, que nos debe traer recuerdos de la novela entre las novelas en lo referente a fantásticas conspiraciones mundiales y eternas.
José Emilio sabe llenar sus novelas de personajes secundarios que tienen la vitalidad de los principales, y así vuelve a hacerlo en esta ocasión con Lucas Belmar, con Gundemaro Azcona, con Verónica Andrade, con Arturo Andrade, con Assumpta Boadas, con Lucía Andrade... incluso con Vanesa, la recepcionista, administrativa y muchas más cosas de los abogados Lucas y Gundemaro. Puede argumentarse que Verónica es uno de los personajes principales, pero, para mí, sólo a partir de un momento determinado de la novela, sobre todo el final, trepidante, propio de una novela de acción.
Las relaciones de Lucas con la política regional madrileña, de Assumpta con la pintura y turbios negocios alrededor de ella; de los hermanos Arturo y Verónica, de la sorpresa final alrededor de Lucía, y el pasado de Patricio, conforman la trama de la novela, siempre en torno a un cuadro titulado “La faccia occulta della luna”, supuestamente de Caravaggio, quien en determinados momentos se convierte también, desde su tiempo, en personaje principal y único de la novela, debido a una “identificación secundaria, de carácter hiperestésico, con un personaje real”, que sufre Patricio en palabras, una vez más, de su psiquiatra.
Os decía al principio que esta novela me ha servido para redescubrir a Michelángelo Merisi, leer un extenso artículo sobre él escrito por Damián Bayón y ver muchos de sus cuadros, gracias a las nuevas tecnologías, pero también reconocer el profundo conocimiento que, sobre la obra del pintor de Caravaggio, nos muestra José Emilio Iniesta en su novela, incluso, atreviéndose a “pintar” la obra culminante del italiano con una minuciosidad que podemos creernos que el cuadro existe, ¿o existe realmente?
Talvez por tenerla aún reciente, he de decir que en determinados momentos, las reacciones, la identificación secundaria de Patricio con Caravaggio, se asemejaban mucho a las de Julio Petrel con la princesa Buthayna bint al-Mótamid, de su anterior novela “La risa de las mujeres muertas”.
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