Manuel Rodríguez Rivero, en el ABCD de las letras y las artes, comenta esta semana que los libros de autor-editor, financiados sus propios autores “al margen de las editoriales establecidas, nunca han gozado de gran prestigio, aunque siguen suponiendo un importante porcentaje de la apabullante producción editorial española”. Según los datos de 2005, en dicho año fueron asignados 4.411 ISBNs “a libros cuyos editores tenían esa naturaleza jurídica. Esos libros se editan a menudo pensando exclusivamente en un pequeño círculo de amigos, se distribuyen mal y muy pocas veces llegan a las librerías. Se trata, en general, de obras de tirada corta destinadas a agotarse y a no reeditarse nunca más.”
A ello le añadiría, para conocer la importancia del fenómeno, el elevado número de libros ua los que no se les asigna un número de ISBN, sino que se quedan en el simple del Depósito Legal, de los cuales llegan bastantes a mis manos y comento en Acantilados de Papel.
Un sector, el de autor-editor, que en 2006 ha tenido un incremento del 9,98 por cierto respecto al año anterior, con un total de 5.101 títulos, de una producción privada de 68.412 títulos con ISBN asignado.
Tal vez vaya siendo el momento de quitarse la máscara de la hipocresía respecto a los libros de autor-editor y reconocerles su importancia, máxime cuando la producción literaria de las medianas editoriales ha descendido un 11,35 por ciento respecto a datos del año anterior; descenso que es casi idéntico al aumento de las editoriales pequeñas, con un 11,86 de aumento, para 17.762 títulos publicados.
A ello le añadiría, para conocer la importancia del fenómeno, el elevado número de libros ua los que no se les asigna un número de ISBN, sino que se quedan en el simple del Depósito Legal, de los cuales llegan bastantes a mis manos y comento en Acantilados de Papel.
Un sector, el de autor-editor, que en 2006 ha tenido un incremento del 9,98 por cierto respecto al año anterior, con un total de 5.101 títulos, de una producción privada de 68.412 títulos con ISBN asignado.
Tal vez vaya siendo el momento de quitarse la máscara de la hipocresía respecto a los libros de autor-editor y reconocerles su importancia, máxime cuando la producción literaria de las medianas editoriales ha descendido un 11,35 por ciento respecto a datos del año anterior; descenso que es casi idéntico al aumento de las editoriales pequeñas, con un 11,86 de aumento, para 17.762 títulos publicados.
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