COGIENDO MARIPOSAS
de Manuel Aparicio Burgos
Edita: Ochoa impresores.
Soria, enero de 2008.
ISBN: 978-84-73-59-289-5
142 páginas.
Éste no es un libro cualquiera. Es un libro, como dice el prologuista, Pascual Hernández del Moral, que puede parecernos sorprendente, cuando lo hayamos terminado de leer, porque no es un libro cualquiera. Es un libro de evocaciones de la infancia de Manuel Aparicio, a quien desde la distancia, y la proximidad que permite Internet, considero un buen amigo. El citado prologuista, catedrático de lengua española y literatura, nos lo explica muy bien: “el autor... no pensaba en ninguno de nosotros, sus posibles lectores cuando lo estaba escribiendo. Y, probablemente, ni pensara en dar a la imprenta las hojas que, en sus evocaciones de infancia, iba pergeñando. Creo que pensaba en él mismo, en su historia, en sus vivencias de cuando despertaba a la vida. Quizás después, a medida que las páginas iban creciendo, pensó en darles forma de libro, para ofrecérselo a la única persona que lo llena: su madre”.
Y, en efecto, este libro es un monumento a su madre: “puedes estar tranquila, por lo menos una persona en este mundo está soldada a ti para siempre por los lazos más fuertes que puedes imaginarte, por el amor, lo único que vale algo en esta vida. Mamá, te quiero”, viene a escribir casi al final, pero es una muestra de lo que nos encontraremos a lo largo de las cincuenta y dos cartas, más un capítulo último y otro post-último.
Manuel Aparicio nos describe, a lo largo de casi 142 páginas sus evocaciones infantiles, el mundo que le rodea, un mundo inocente, los personajes, los paisajes, las plantas, incluso las fábulas: “muchas historias se incrustaron en mi memoria, que nos hacían felices, y la moraleja de cada una e ellas. Aprendí fábulas. Fue especial aquella en que un padre mandaba a su hijo a por la manta al desván para llevar al abuelo al hospicio. Ante la tardanza, subió el padre y encontró al niño cortando la manta por la mitad. Le regañó y le preguntó por qué lo hacía. La respuesta del niño siempre fue la más sensata de cuantas he escuchado en mi vida: la mitad es para el abuelo y la otra mitad para cuanto tú seas viejo y tengas que ir al hospicio. El padre, le dijo desarmado: hijo deja la manta ahí, el abuelo se queda con nosotros”.
Como os decía, este libro es un monumento a la madre, creo que todos los hijos e hijas deberían buscarlo y regalarlo a sus madres, pues los recuerdos que contienen, nos evocarán momentos que hemos vivido, a pesar de que Manuel Aparicio diga que “todos estos recuerdos forman mi vida, la tuya, la nuestra. Por supuesto que no sé si a alguien le interesan. Pero son los más importantes que tenemos, aunque el pasado ya se nos haya escapado de entre las manos, el futuro sea incierto, mantenido por esas ascuas que nos hacen felices al recordar y comentar como si tuviera vergüenza de pararse un momento para conversar con nosotros”.
Termino con estas otras palabras del libro: “mi amor por ti jamás ha realizado ni una huelga ni un día de descanso. Es que creo que todos los hijos tenemos ese hermoso regalo para las madres desde el primer día que se inicia la chispa de la vida, que sentimos el calor de una madre en nuestro diminuto corazón y lo mantenemos encendido por los siglos de los siglos”.
EL AUTOR.
Manuel Aparicio, Tolbaños de Abajo (Burgos), aunque ha vivido toda su vida en Mecerreyes (Burgos), donde se ha enraizado. Ha sido profesor en Sahara, Bélgica, Portugal, Marruecos, Brasil y España. Periodista de La Mañana (Marruecos), Galicia en el mundo (Sao Paulo), en la actualidad lo es de El Correo de Burgos, del grupo El Mundo. Ha publicado Racimo de Rosas, Cuentoría, Meninos, Gramática SOS del español en portugués; ¡Qué cojones es esto!; Como se fala em español; Con la pluma a cuestas (Burgos y La Rioja); 30 de oro; Me chifla la poesía; Me mola la poesía; además de artículos para diferentes revistas y periódicos. Actualmente es Profesor de lengua y literatura española en el IES Comuneros de Castilla, de Burgos.
de Manuel Aparicio Burgos
Edita: Ochoa impresores.
Soria, enero de 2008.
ISBN: 978-84-73-59-289-5
142 páginas.
Éste no es un libro cualquiera. Es un libro, como dice el prologuista, Pascual Hernández del Moral, que puede parecernos sorprendente, cuando lo hayamos terminado de leer, porque no es un libro cualquiera. Es un libro de evocaciones de la infancia de Manuel Aparicio, a quien desde la distancia, y la proximidad que permite Internet, considero un buen amigo. El citado prologuista, catedrático de lengua española y literatura, nos lo explica muy bien: “el autor... no pensaba en ninguno de nosotros, sus posibles lectores cuando lo estaba escribiendo. Y, probablemente, ni pensara en dar a la imprenta las hojas que, en sus evocaciones de infancia, iba pergeñando. Creo que pensaba en él mismo, en su historia, en sus vivencias de cuando despertaba a la vida. Quizás después, a medida que las páginas iban creciendo, pensó en darles forma de libro, para ofrecérselo a la única persona que lo llena: su madre”.
Y, en efecto, este libro es un monumento a su madre: “puedes estar tranquila, por lo menos una persona en este mundo está soldada a ti para siempre por los lazos más fuertes que puedes imaginarte, por el amor, lo único que vale algo en esta vida. Mamá, te quiero”, viene a escribir casi al final, pero es una muestra de lo que nos encontraremos a lo largo de las cincuenta y dos cartas, más un capítulo último y otro post-último.
Manuel Aparicio nos describe, a lo largo de casi 142 páginas sus evocaciones infantiles, el mundo que le rodea, un mundo inocente, los personajes, los paisajes, las plantas, incluso las fábulas: “muchas historias se incrustaron en mi memoria, que nos hacían felices, y la moraleja de cada una e ellas. Aprendí fábulas. Fue especial aquella en que un padre mandaba a su hijo a por la manta al desván para llevar al abuelo al hospicio. Ante la tardanza, subió el padre y encontró al niño cortando la manta por la mitad. Le regañó y le preguntó por qué lo hacía. La respuesta del niño siempre fue la más sensata de cuantas he escuchado en mi vida: la mitad es para el abuelo y la otra mitad para cuanto tú seas viejo y tengas que ir al hospicio. El padre, le dijo desarmado: hijo deja la manta ahí, el abuelo se queda con nosotros”.
Como os decía, este libro es un monumento a la madre, creo que todos los hijos e hijas deberían buscarlo y regalarlo a sus madres, pues los recuerdos que contienen, nos evocarán momentos que hemos vivido, a pesar de que Manuel Aparicio diga que “todos estos recuerdos forman mi vida, la tuya, la nuestra. Por supuesto que no sé si a alguien le interesan. Pero son los más importantes que tenemos, aunque el pasado ya se nos haya escapado de entre las manos, el futuro sea incierto, mantenido por esas ascuas que nos hacen felices al recordar y comentar como si tuviera vergüenza de pararse un momento para conversar con nosotros”.
Termino con estas otras palabras del libro: “mi amor por ti jamás ha realizado ni una huelga ni un día de descanso. Es que creo que todos los hijos tenemos ese hermoso regalo para las madres desde el primer día que se inicia la chispa de la vida, que sentimos el calor de una madre en nuestro diminuto corazón y lo mantenemos encendido por los siglos de los siglos”.
EL AUTOR.
Manuel Aparicio, Tolbaños de Abajo (Burgos), aunque ha vivido toda su vida en Mecerreyes (Burgos), donde se ha enraizado. Ha sido profesor en Sahara, Bélgica, Portugal, Marruecos, Brasil y España. Periodista de La Mañana (Marruecos), Galicia en el mundo (Sao Paulo), en la actualidad lo es de El Correo de Burgos, del grupo El Mundo. Ha publicado Racimo de Rosas, Cuentoría, Meninos, Gramática SOS del español en portugués; ¡Qué cojones es esto!; Como se fala em español; Con la pluma a cuestas (Burgos y La Rioja); 30 de oro; Me chifla la poesía; Me mola la poesía; además de artículos para diferentes revistas y periódicos. Actualmente es Profesor de lengua y literatura española en el IES Comuneros de Castilla, de Burgos.
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