Esa fue la frase de un poeta, Heinrich Heine: tras el bibliocasto viene el Holocausto. Y ayer tarde, 10 de mayo de 2008, se cumplieron 75 años del Bibliocausto nazi contra la civilización, donde ardió la civilización en la Franz Joseph Platz. Allí se quemó una montaña de libros de Thomas, de Heinrich y de klaus Mann, Alfred Doblin, Max Brod, Stefan Zweig, Erich Maria Remarque, Sigmund Freud, Bertolt Brecht, Arthur Scnitzler...
Pensaban que durarían mil años... Y duraron menos que un suspiro, aunque su nefanda presencia en Alemania quedará para toda la historia como el mayor horror que hemos conocido, al menos, en Europa.
No voy a citar a ninguno de los prebostes de ese horrendo régimen que asoló Europa. Recordarlo, aunque sea con un día de retraso. Y repetir las palabras del poeta: donde queman libros acaban quemando hombres. Y lo dijo un siglo antes.
Pensaban que durarían mil años... Y duraron menos que un suspiro, aunque su nefanda presencia en Alemania quedará para toda la historia como el mayor horror que hemos conocido, al menos, en Europa.
No voy a citar a ninguno de los prebostes de ese horrendo régimen que asoló Europa. Recordarlo, aunque sea con un día de retraso. Y repetir las palabras del poeta: donde queman libros acaban quemando hombres. Y lo dijo un siglo antes.
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