Hoy he leído, y aún no sé cómo he podido dejar de reírme, que el ministro César Antonio Molina (CAM, pero no la CAM, es decir, la Caja de Ahorros del Mediterráneo) asegura que las bibliotecas públicas son "un agente revolucionario de primer orden y un mecanismo para romper las desigualdades sociales", en la inauguración en La Coruña, del IV Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas.
Y me lo imagino quedándose tan pancho, como quien dice que es más dificil que un rico se salve que un camello entre por el ojo de una aguja (con todos mis respetos hacia quien lo dijo, que en él sí creo).
¿Sabéis una cosa? Cuando Nausícaä Edición Electrónica publicó Con paso lento, mi primer poemario, tuvo que DAR GRATUITAMENTE seis ejemplares al depósito, cuatro de ellos, creo, se quedaban en la Biblioteca Regional de Murcia, y dos iban a la Biblioteca Nacional. ¡¡Sin soltar un duro, en todo caso, cobrando por los derechos del registro de la propiedad intelectual!! Me diréis que no tienen nada que ver, pero mira, en aquellos momentos el RPI estaba ubicado a la entrada de la Biblioteca Regional.
¿Qué beneficios hay para el autor? Ninguno. Excepto, claro, que se sea amigo del Jefe de Servicio de turno. Entonces sí, entonces puede que compren 60 ejemplares de ese libro para las diferentes bibliotecas de la Región, pero sólo si ocurre eso, si eres amigo o amiga del Jefe de Servicio de turno. Y, no quiero generalizar, eso sé que ocurre en Murcia, no sé si es así en otros lugares.
Eso ocurrió (lo de tener que DAR EJEMPLARES SIN COSTO, PERO A CARGO DE MI EDITOR) con La Maldición, mi primera novela; con Crepusculario, con... Y, ¿qué queréis que os diga? Sé que los albañiles que trabajan en la biblioteca, los pintores, los carpinteros, los ebanistas, todos los profesionales cobran, todos, menos los autores y autoras murcianos que no sean amigos de ese Jefe de Servicio de turno... ¿Romper las desigualdades? No, señor Ministro, no. En todo caso, las profundizan.
Y me lo imagino quedándose tan pancho, como quien dice que es más dificil que un rico se salve que un camello entre por el ojo de una aguja (con todos mis respetos hacia quien lo dijo, que en él sí creo).
¿Sabéis una cosa? Cuando Nausícaä Edición Electrónica publicó Con paso lento, mi primer poemario, tuvo que DAR GRATUITAMENTE seis ejemplares al depósito, cuatro de ellos, creo, se quedaban en la Biblioteca Regional de Murcia, y dos iban a la Biblioteca Nacional. ¡¡Sin soltar un duro, en todo caso, cobrando por los derechos del registro de la propiedad intelectual!! Me diréis que no tienen nada que ver, pero mira, en aquellos momentos el RPI estaba ubicado a la entrada de la Biblioteca Regional.
¿Qué beneficios hay para el autor? Ninguno. Excepto, claro, que se sea amigo del Jefe de Servicio de turno. Entonces sí, entonces puede que compren 60 ejemplares de ese libro para las diferentes bibliotecas de la Región, pero sólo si ocurre eso, si eres amigo o amiga del Jefe de Servicio de turno. Y, no quiero generalizar, eso sé que ocurre en Murcia, no sé si es así en otros lugares.
Eso ocurrió (lo de tener que DAR EJEMPLARES SIN COSTO, PERO A CARGO DE MI EDITOR) con La Maldición, mi primera novela; con Crepusculario, con... Y, ¿qué queréis que os diga? Sé que los albañiles que trabajan en la biblioteca, los pintores, los carpinteros, los ebanistas, todos los profesionales cobran, todos, menos los autores y autoras murcianos que no sean amigos de ese Jefe de Servicio de turno... ¿Romper las desigualdades? No, señor Ministro, no. En todo caso, las profundizan.
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