Esta es una película con frases para el recuerdo: vivimos en una tierra de penumbras (o de sombras), el sol siempre brilla en otro lugar. Y el director Richard Attenborugh ha sabido darle ese ambiente en penumbra, de atardecer, de un lugar donde nunca brilla el sol, ni en los momentos en que C.S.Lewis y Joy Davidman Gresham fueron más felices.
Dos personajes interpretados por Anthony Hopkins y Debra Winger, en un canto al último tren, al paso del tiempo, al final de la vida, al dolor: el dolor del mañana es parte de la felicidad de ahora. Ese es el trato.
Attenborough, como nos tiene acostumbrados, nos entrega una obra sensible (deriva hacia un romanticismo conmovedor), de sentimientos humanos muy profundos y que permanecerá en la retina y el recuerdo del espectador durante mucho tiempo.
Por cierto, siempre se habla de la amistad de Lewis con Tolkien, y no recuerdo que aparezca en ningún instante de la cinta.
Dos personajes interpretados por Anthony Hopkins y Debra Winger, en un canto al último tren, al paso del tiempo, al final de la vida, al dolor: el dolor del mañana es parte de la felicidad de ahora. Ese es el trato.
Attenborough, como nos tiene acostumbrados, nos entrega una obra sensible (deriva hacia un romanticismo conmovedor), de sentimientos humanos muy profundos y que permanecerá en la retina y el recuerdo del espectador durante mucho tiempo.
Por cierto, siempre se habla de la amistad de Lewis con Tolkien, y no recuerdo que aparezca en ningún instante de la cinta.
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