FICHA:
EL SECRETO DE NICEA
de Francisco Gijón
Edita: Grupo Editorial AJEC
Granada, octubre de 2008
Género: Novela
Encuadernación: Cartoné
ISBN: 978-84-96013-53-7
316 páginas. 18,95 euros.
Página del autor.
Página del libro.
COMENTARIO.
Llegué a este libro de una forma inesperada, y que habla positivamente de la sección de Vegamediapress.com llamada Acantilados de Papel: el editor del Grupo Editorial AJEC deseaba que lo leyese y, si me parecía bien, comentase. Me aclaró que me lo remitía porque el autor vivía en Murcia y él sabía de mi interés por los autores y autoras murcianos.
Una novela de las denominadas históricas que toca temas hasta cierto punto polémicos, pero que a mí me ha parecido un hermoso canto a la juventud, a la vida, pues he ido encontrando referencias a ella, a su paso, a la pérdida de la juventud, a lo largo de muchas páginas. Sirva como ejemplo esta cita de la página 50: “...con los años acaban cayendo las hojas y los pétalos de la belleza y ya no queda nada excepto la edad”.
El núcleo de la obra lo constituyen las llamadas Cartas de Atilio, que póstumamente el autor envió a su amigo, el emperador romano Claudio, y que constituyen en su inicio un repaso de los primeros años del Imperio romano, ya que Atilio vivió los reinados de Augusto, Tiberio, Calígula y algunos de su amigo de la niñez, Claudio. La segunda parte de las mencionadas cartas son un evangelio donde Atilio cuenta los hechos de los que fue testigo, gracias a su amistad con Herodes Antipas, y a su condición de romano para estar presente, junto a Poncio Pilato, en el interrogatorio a Jesús.
Con maestría, el autor nos llevará desde el palacio de Constantino, antes del Concilio de Nicea, hasta Roma en el año 45, a Nicea el 17 de mayo del 325, a Peñíscola en 1423, hasta la Ciudad del Vaticano el 19 de abril de 2005, cuando parece que, definitivamente, está sellada la suerte de las Cartas de Atilio. Como puede leerse en las solapas de la sobrecubierta, el autor ha aunado sus tres grandes pasiones: la literatura, la historia y los viajes.
La parte histórica está compuesta por capítulos cortos, donde quiero destacar tres escenas. La primera de ellas en la página 58, un fragmento de una carta de Atilio que el lector puede pensar está escrito en agosto de 2008: “Algún día al otro lado de vuestras fronteras habrá un pueblo más cruel que los que se os han enfrentado hasta ahora que logrará abrir una brecha en vuestras defensas. Puede que incluso les dejéis asentarse en el Imperio, en pequeños grupos dispersos. Y ellos, que en principio se integrarán en silencio dentro de las tareas más ingratas, como la milicia o la agricultura, preñarán a sus mujeres, las cuales les parirán hijos más deprisa que vuestras matronas y al final tomarán con su demografía el poder político, no dudando ya arrinconarnos físicamente en un extremo del continente. Vosotros les daréis la ciudadanía, pensando que equiparándolos no supondrán una amenaza; pero ellos, lejos de dejarse seducir por tan poca cosa, mantendrán su identidad cultural y aspirarán únicamente a acabar con vuestra prosperidad y suplantaros en el disfrute de ella tan pronto como les sea posible”.
La segunda escena transcurre entre las páginas 79 y 83, donde el autor habla de los errores de la Iglesia, los poderes políticos y económicos para elegir al Papa, a la vez que reivindica la figura de Benedicto XIII, el Papa Luna: “El logro del Concilio de Constanza ha sido que en adelante serán única y exclusivamente los cardenales los que elegirán a los futuros pontífices”.
Y, por fin, la tercera, la maldad de Livia, la esposa de Augusto, en lo que Francisco Gijón, como explica al final de su libro, coincide con Robert Graves: “... más años me ha supuesto conocer las dosis adecuadas para no llevarte demasiado deprisa ni demasiado despacio a tu encuentro con los antepasados. ¡OH, querido esposo!... cuán duro fue para mí experimentar con tus hijos, con tus sobrinos y con tus nietos, la dosis exacta que habría de parar en el momento adecuado el corazón del Padre de la Patria...” (Pág. 88).
Al final del libro una Nota del Autor nos explica algunos de los contenidos históricos o no de esta novela, y se reafirma en ese guiño irónico a tantos libros que han inundado el mercado, y siguen inundándolo, sobre los “exagerados y oscuros secretos ocultos tras la opaca cortina del Vaticano. Las cosas no son tan complejas ni retorcidas como muchos desearían”, que el lector ya ha podido detectar en las páginas 229 y ss.
El secreto de Nicea es una novela cuyo objetivo no es otro que entretener (Pág. 316), un repaso por los primeros años del Imperio romano, y unas teorías a propósito de Jesús de Nazaret que hoy, dos mil años después, nada han de cambiar.
EL AUTOR.
Francisco Gijón, Madrid 1973, es historiador y reside actualmente en Cartagena.
Antes de dedicarse por completo a la escritura ha desempeñado multitud de oficios, pero con la creación de El secreto de Nicea ha aunado sus tres grandes pasiones: la literatura, la historia y los viajes.
EL SECRETO DE NICEA
de Francisco Gijón
Edita: Grupo Editorial AJEC
Granada, octubre de 2008
Género: Novela
Encuadernación: Cartoné
ISBN: 978-84-96013-53-7
316 páginas. 18,95 euros.
Página del autor.
Página del libro.
COMENTARIO.
Llegué a este libro de una forma inesperada, y que habla positivamente de la sección de Vegamediapress.com llamada Acantilados de Papel: el editor del Grupo Editorial AJEC deseaba que lo leyese y, si me parecía bien, comentase. Me aclaró que me lo remitía porque el autor vivía en Murcia y él sabía de mi interés por los autores y autoras murcianos.
Una novela de las denominadas históricas que toca temas hasta cierto punto polémicos, pero que a mí me ha parecido un hermoso canto a la juventud, a la vida, pues he ido encontrando referencias a ella, a su paso, a la pérdida de la juventud, a lo largo de muchas páginas. Sirva como ejemplo esta cita de la página 50: “...con los años acaban cayendo las hojas y los pétalos de la belleza y ya no queda nada excepto la edad”.
El núcleo de la obra lo constituyen las llamadas Cartas de Atilio, que póstumamente el autor envió a su amigo, el emperador romano Claudio, y que constituyen en su inicio un repaso de los primeros años del Imperio romano, ya que Atilio vivió los reinados de Augusto, Tiberio, Calígula y algunos de su amigo de la niñez, Claudio. La segunda parte de las mencionadas cartas son un evangelio donde Atilio cuenta los hechos de los que fue testigo, gracias a su amistad con Herodes Antipas, y a su condición de romano para estar presente, junto a Poncio Pilato, en el interrogatorio a Jesús.
Con maestría, el autor nos llevará desde el palacio de Constantino, antes del Concilio de Nicea, hasta Roma en el año 45, a Nicea el 17 de mayo del 325, a Peñíscola en 1423, hasta la Ciudad del Vaticano el 19 de abril de 2005, cuando parece que, definitivamente, está sellada la suerte de las Cartas de Atilio. Como puede leerse en las solapas de la sobrecubierta, el autor ha aunado sus tres grandes pasiones: la literatura, la historia y los viajes.
La parte histórica está compuesta por capítulos cortos, donde quiero destacar tres escenas. La primera de ellas en la página 58, un fragmento de una carta de Atilio que el lector puede pensar está escrito en agosto de 2008: “Algún día al otro lado de vuestras fronteras habrá un pueblo más cruel que los que se os han enfrentado hasta ahora que logrará abrir una brecha en vuestras defensas. Puede que incluso les dejéis asentarse en el Imperio, en pequeños grupos dispersos. Y ellos, que en principio se integrarán en silencio dentro de las tareas más ingratas, como la milicia o la agricultura, preñarán a sus mujeres, las cuales les parirán hijos más deprisa que vuestras matronas y al final tomarán con su demografía el poder político, no dudando ya arrinconarnos físicamente en un extremo del continente. Vosotros les daréis la ciudadanía, pensando que equiparándolos no supondrán una amenaza; pero ellos, lejos de dejarse seducir por tan poca cosa, mantendrán su identidad cultural y aspirarán únicamente a acabar con vuestra prosperidad y suplantaros en el disfrute de ella tan pronto como les sea posible”.
La segunda escena transcurre entre las páginas 79 y 83, donde el autor habla de los errores de la Iglesia, los poderes políticos y económicos para elegir al Papa, a la vez que reivindica la figura de Benedicto XIII, el Papa Luna: “El logro del Concilio de Constanza ha sido que en adelante serán única y exclusivamente los cardenales los que elegirán a los futuros pontífices”.
Y, por fin, la tercera, la maldad de Livia, la esposa de Augusto, en lo que Francisco Gijón, como explica al final de su libro, coincide con Robert Graves: “... más años me ha supuesto conocer las dosis adecuadas para no llevarte demasiado deprisa ni demasiado despacio a tu encuentro con los antepasados. ¡OH, querido esposo!... cuán duro fue para mí experimentar con tus hijos, con tus sobrinos y con tus nietos, la dosis exacta que habría de parar en el momento adecuado el corazón del Padre de la Patria...” (Pág. 88).
Al final del libro una Nota del Autor nos explica algunos de los contenidos históricos o no de esta novela, y se reafirma en ese guiño irónico a tantos libros que han inundado el mercado, y siguen inundándolo, sobre los “exagerados y oscuros secretos ocultos tras la opaca cortina del Vaticano. Las cosas no son tan complejas ni retorcidas como muchos desearían”, que el lector ya ha podido detectar en las páginas 229 y ss.
El secreto de Nicea es una novela cuyo objetivo no es otro que entretener (Pág. 316), un repaso por los primeros años del Imperio romano, y unas teorías a propósito de Jesús de Nazaret que hoy, dos mil años después, nada han de cambiar.
EL AUTOR.
Francisco Gijón, Madrid 1973, es historiador y reside actualmente en Cartagena.
Antes de dedicarse por completo a la escritura ha desempeñado multitud de oficios, pero con la creación de El secreto de Nicea ha aunado sus tres grandes pasiones: la literatura, la historia y los viajes.
2 comentarios:
Paco, lo que se desprende de tu minuciosa y detallada sinopsis es un trabajo arduo enhebrado del principio al final con un amplio conocimiento de aspectos históricos combinados con el argumento de ficción. Todo un desafío literario.
Vayan desde aquí mis mejores augurios de éxito para el autor y mis felicitaciones para ti por tu lograda y consabida labor de difusión.
El libro promete. Acabo de ver por segunda vez "Yo Claudio", serie basada en la famosa novela de R.Graves, y la trama que dejas adivinar en tu comentario me parece una perfecta interpretación de esa época.
Sin duda, el autor hace un despliegue de facultades como novelista y como historiador, muy lejos de la morbosa falacia de tantos éxitos oportunistas, muestra un verdadero pulso literario. Eso, al menos, es lo que me parece entender tras leer esta sinopsis-estudio-c´ritica y elogio, todo en una pieza, que haces tan certeramente como siempre.
Tus acantilados de papel siempre se alzan sobre un panorama apasionante.
Enhorabuena al autor.
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