FICHA:
MIGUEL HERNÁNDEZ, MEMORIA HUMANA
de Andrés Sorel
Edita: Ediciones Vitruvio
Madrid, marzo de 2010
Género: Ensayo
ISBN: 978-84-92770-39-7
ISBN: 978-84-92770-39-7
Encuadernación: Rústica
COMENTARIO de Dionisia García.
El libro del escritor Andrés Sorel me lleva a volver la cabeza a los años de juventud. Fue entonces cuando leí, por primera vez, la elegía de Miguel Hernández a la muerte de Ramón Sigé. Me conmovió en aquellos primeros años universitarios y me conmueve ahora. Creo que un sólo verso puede hacer a un poeta grande, por tanto Miguel Hernández tiene más que ganados la verdad y el bien de su poesía. Otros libros, y otros momentos, me llevaron a conocer sus versos y su vida. Una visita a la casa de la calle de Arriba y a su último lugar, un humilde nicho en Alicante, despertó más y más el interés por el autor. De ahí que el libro de Sorel sea, sobre todo, una aportación enriquecedora para los lectores que desean conocer esa “memoria humana” del poeta, en su caminar por este mundo durante sólo treinta y un años.
Ahora sabemos de las dificultades de Miguel Hernández por encontrar cauces a su poesía, que mucho tenían que ver con la falta de posibilidades materiales. Madrid fue su punto de mira. Neruda (Aleixandre sobre todo), José María Cossío y Juan Ramón, fueron quienes le apoyaron. Su relación con Lorca tuvo momentos de luz y sombras.
Miguel amaba la poesía, y se sintió solo en ese ir y venir de la gran ciudad al lugar provinciano, Orihuela, su pueblo natal, donde encontró un día su verdadero amor, Josefina Manresa, la muchacha humilde y hermosa. El autor de esta Memoria humana deja constancia de otras mujeres en la vida de Miguel: Maruja Mallo, María Zambrano, María Cegarra… Conocí a la última mencionada, una mujer integrada con su pueblo, que nos legó, entre otros libros, Cristales míos y Desvarío y fórmulas, relacionado con su trabajo como química en la floreciente etapa minera de La Unión. Mujeres bien distintas que confluyeron en la etapa de desasosiegos y cambios en el mundo hernandiano.
Sorel sigue los pasos de Miguel Hernández en toda su desnudez. Nos hace ver su evolución como persona, en cuanto a ideología y sentido de la justicia, sin olvidar los comienzos literarios en Orihuela, donde un grupo de jóvenes compartían sus inquietudes culturales, que en ocasiones apoyaron el impulso poético de Miguel. No deja de ser admirable que en un lugar tan cerrado y encerrado existieran aquellas tertulias, y se pusiera en pie una revista como El Gallo Crisis (edición facsímil, 1973). Llegaron a publicarse seis números. Miguel Hernández colaboró en cada uno de ellos. Su última aparición en la revista, con “El silbo de afirmación en la aldea”, marcó un cambio en la vida del poeta, tanto ideológico como de actitud personal. Dicho cambio le llevó a no identificarse con los versos mencionados, entre otras cosas.
Sorel, muy atinadamente, no pierde de vista al poeta, su evolución y logros, desde Perito en lunas hasta Cancionero y romancero de ausencias, mostrándonos esos movimientos en la persona y poesía de Miguel, que tienen como resultado el paso de una poesía épica, anterior a Cancionero, a una lírica personal, dada la terrible situación del poeta. Vida y obra en Miguel Hernández se interpretan, se representan. Algunos estudiosos dicen de la continuidad temática de Hernández; otros, del carácter autobiográfico de su poesía. No es para menos, y bien lo describe el autor del libro. El paso por diferentes cárceles españolas, el maltratado cuerpo de un muchacho que comienza la vida y sufre enfermedad. Finalmente la muerte. Desde el dolor, sus versos no cesaban (“Adiós hermanos, camaradas, amigos, / despedidme del sol y de los trigos”, fueron los últimos). Sorel lo acompaña en su andadura humana. En ocasiones, el lector tiene la sensación de que el autor de estas páginas ha padecido con él.
Andrés Sorel ha profundizado en la “base vivencial” del poeta, en ese hombre expresado en acto, como escribió Vicente Aleixandre. Dicha profundización nos ayuda a comprender la historia de una vida malograda, y la trayectoria de un poeta.
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