domingo, febrero 20, 2022

Escena de Versos envenenados, 59

 

El gran amigo, y nunca olvidado, José Cantabella.
Eduardo López Pascual
Vicente García Hernández
Pedro Javier Martínez
       

 

     Sobre todo escribo fantasía heroica, semejante a Conan, guardando las distancias.

            ¿Conoces a Tolkien?

            ¿Tolkien? No.

            ¿No has leído El Señor de los Anillos?

            Fue una indicación que marcaría los gustos literarios de Isco en los siguientes años de su vida.

            No, no lo he leído. ¿Me lo recomiendas?

            Sí, léelo ―lo dijo con una voz tan baja, que a él le costó entender lo que había dicho, pero que le encantó, le pareció que Carmen hablaba con letras pequeñas.

          Y poesía... También intento escribir poesía, aunque es un campo muy difícil.

            ¿Te gusta la poesía? ―los ojos femeninos brillaron―. ¿Qué poetas?

         No tengo un autor especial, pero he leído a Ruben Darío, a Miguel Hernández, a Antonio Machado, a Bécquer, algo de Pablo Neruda, aunque muy poco, no termina de gustarme... Gerardo Diego también es un poeta que he leído, y al cual recurro algunas veces en que me apetece releer alguna poesía... Pero también he leído a poetas más cercanos, de la tierra, y no porque lo sean, sino porque a algunos de ellos he tenido el placer de conocerlos y leerlos, y no me han defraudado. Me refiero a Vicente García Hernández, que juega con la palabra, con su valor léxico, con sus juegos imaginativos, como dijo de él un reputado crítico; a Pedro Javier Martínez, el poeta que apuesta por la vida con una rotundidad que te llega al alma; a Eduardo López Pascual, cuya poesía es tan áspera como su voz, pero tan dulce como su melodía; a José Cantabella que muchas veces nos confunde, en sus relatos que son casi poesía, en su poesía que es casi narrativa, pero siempre mostrándonos un mundo muy personal; como ves, podría estar hablándote de muchos, algunos que ahora no recuerdo y lamentaré no haberte citado, y otros que harían que no parase de hablar en toda la noche… Pero si tuviese que citarte uno solo, aunque no me lo has pedido, te hablaría de Bécquer, por hacer las cosas tan sencillas, tan fáciles. El poema de volverán las oscuras golondrinas puedo leerlo mil veces y cada vez descubro algo nuevo... Claro que para sencillez el poema:

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