Tenía cuarenta y seis años, y se le consideraba el mejor cronista del malestar de la sociedad norteamericana que le había tocado vivir, apareció ahorcado en su domicilio de Claremont, California, el viernes, 12 de septiembre, por la noche. Sus restos fueron descubiertos por la ya viuda, Karen Green, que inmediatamente se puso en contacto con la Policía Local. La noticia se hizo pública 24 horas después, y ha causado una fuerte conmoción en la comunidad literaria estadounidense, que se debate entre la consternación y la incredulidad, dice Eduardo Lago en El País.
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