El pedestal de Stonehenge 11: Cadena perpetua

Estoy convencido de que nunca antes Canzonetta sull'aria de Las bodas de Fígaro había detenido a tantos hombres y, al mismo tiempo, les dio alas, les hizo libres, como en la cárcel de Shawshank, cuando Andy Dufresne tuvo la idea de pinchar aquel disco en el viejo tocadiscos. Es, sin lugar a dudas, uno de los momentos culminantes de esta bellísima película rodada en 1994 por Frank Darabont, sobre un cuento de Stephen King titulado Rita Hayworth y la redención de Shawshank.

Una película que fue candidata a 7 oscars, que no ganó ninguno, pero que menos de veinte años después es considerada un clásico y la mejor de toda la historia del cine según la lista IMBd: Cadena perpetua, o The Shawshank redemption.

Yo la he descubierto recientemente, estaba viajando por esos mundos interminables de Digital +, buscando, buscando, cuando me encontré con Tim Robbins, pero sobre todo con Morgan Freeman, y afortunadamente detuve el mando. Quedé enamorado de la secuencia de la salida de la cárcel de James Whitmore, aunque tuviese ese sobrecogedor final que casi se convierte en música. Era como cuando lees un poema rimado que también tiene ritmo.

Si aún tienes dudas de que el director escribió un poema con imágenes, debes mirar la escena de la terraza, cuando Dufresne consigue cervezas para sus compañeros. Tenéis que ver a Morgan Freeman bordando el personaje, bebiendo, libre, en ese momento no hay muros, ni prisión, sólo él y una cerveza fría, y a su alrededor el mundo, como si del pirata de la canción de Espronceda se tratase.

Hay que aguardar al final, para disfrutar de la culminación de esta obra maestra. Un final perfecto.

Siempre nos quedará Cadena perpetua.