sábado, agosto 28, 2010

Acantilados de papel 312: Mientras Europa duerme


FICHA:
MIENTRAS EUROPA DUERME

de Bruce Bawer
Edita: Editorial Fundación FAES
Madrid, febrero de 2007
Género: Ensayo
Encuadernación: Cartoné
ISBN: 978-84-96729-02-5
414 páginas. 24 euros
Página del autor.
Página del libro.


COMENTARIO de Francisco Javier Illán Vivas.
Compré este libro en abril de 2007, más concretamente, el 17 de abril, y lo dejé junto a los pendientes de leer- a lo que suelo llamar Libros abiertos-, con la intención de leerlo cuando mi ánimo estuviese dispuesto. Hacía poco que había leído “Asesinato en Ámsterdam”, de Ian Buruma, y necesitaba tiempo para asumir lo que estaba ocurriendo en determinados países de Europa, tan dormido estaba que creía a España ajena a este fenómeno.

Bruce Bawer es norteamericano, que vive en Europa desde 1998, primero en Holanda, después en Noruega. Es escritor y periodista y suele colaborar en periódicos tan prestigiosos como The New York Times, The Wall Street Journal, The Washington Post Book World y The New Republic, por lo que sus comentarios sobre la prensa no son por desconocimiento, sino todo lo contrario.

En este libro, que considero la mejor crítica es recomendar su lectura, Bawer alerta a Europa sobre el suicidio cultural al que se precipitará si persevera en disculpar e intentar apaciguar a quienes exhiben su militancia antioccidental y su desprecio a los derechos y a los valores europeos.

Y en esa alerta nos pone ejemplos muchas veces desconocidos por el pueblo en general, ese pueblo que sí ve lo que hay a su alrededor y no comprende la ceguera de sus representantes; ni que determinadas noticias nunca aparezcan en la prensa políticamente correcta, como tampoco de esos representantes.

Sirvan una serie de ejemplos tomados del propio libro:
“El sistema político es esencialmente un club privado: en las juventudes laboristas o en las juventudes socialistas se aprende todo, desde el tipo adecuado de traje que hay que llevar y la clase adecuada de restaurante que hay que frecuentar, hasta la manera adecuada de eludir preguntas sobre cuestiones problemáticas. Se aprende a ser leal a los demás miembros del club y a despreciar como populistas a aquellos que prestan demasiada atención a las opiniones de la plebe. En pocas palabras, se aprende a encajar. Se aprende a no sacudir los cimientos de lo establecido. Se aprende a tener labia y un pico de oro y a ser sutil. Y se aprende a considerarse a uno mismo no servidor del pueblo sino su superior, su mentor y su protector (...) Todo forma parte del legado de la larga tradición feudal europea (...)”. (Página 77 y 78 y ss).

“Viviendo en Noruega, me di cuenta de que los medios de comunicación ofrecían una dieta diaria de noticias cuidadosamente seleccionada- y extremadamente desequilibrada- con grandes dosis de colorantes artificiales. (...) Aunque no hay una gran diversidad periodística en Europa occidental, sí se habla mucho de ella, así como, supuestamente, también se dedica gran parte de lo que se recauda con los impuestos para asegurarla (...) El objetivo del autor no es introducir o debatir ideas nuevas sino recordar a las masas lo que se supone deben pensar (...) Hacen un periodismo misionero. Tienen un increíble sentido de superioridad moral con respecto a los lectores”. (Pág. 85 y ss)

“Hoy en día, en la mayor parte de Europa occidental, la proporción de musulmanes en la población oscila entre un 2 y un 10 por ciento. En Suecia, Austria y Holanda, la cifra se acerca más al índice más elevado de la horquilla. En Francia es de un 12 por ciento. Basta una mirada a los índices de reproducción para darse cuenta de que estos porcentajes aumentarán enormemente en la próxima generación. Entre los europeos occidentales autóctonos, el índice de fertilidad se sitúa entre el 1,2 y el 1,8, muy por debajo del índice de reemplazo, que es de 2,1 (...) Mientras tanto, el número de musulmanes aumentará dramáticamente, en parte por la inmigración continuada y en parte también por la reproducción (siendo el índice de fertilidad de los musulmanes en Europa considerablemente más alto que el de los no musulmanes (...) dentro de pocos años, la quinta o sexta parte de los adultos jóvenes serán musulmanes; en un par de generaciones, muchos países serán de mayoría musulmana. Observadores bien informados predicen una próxima explosión de matrimonios de con cónyuges importados que llevará a Europa a un punto de no retorno”, y el autor señala, como apuntan muchos observadores, que eso se producirá en Dinamarca en muy poco tiempo. (Pág. 63 y ss)

“La facilidad con la que los inmigrantes pueden saquear el sistema me deja a veces perplejo” (Pág. 60 y ss).

Podría seguir poniendo ejemplos, y aún reconociendo que la diferencia de un musulmán con un islamista es tan grande como entre un alemán y un nazi, no deja de recordarnos esas prácticas de ablación, el dumping (impedir que los niños musulmanes se integren en la democracia occidental), matrimonios forzosos, el asesinato por honor, la lapidación de la adultera mujer y el perdón para el adultero hombre, impedir a las mujeres que aprendan la lengua occidental por ser un instrumento que consideran de corrupción; y el peligro que todo ello acarrea para la libertad, la democracia, la igualdad, que conforman el espíritu occidental.

“Hasta mis muy limitadas observaciones me hacían ver que el islam fundamentalista estaba invadiendo Europa y no se estaba adaptando a los valores democráticos. Me parecía obvio que al final habría un enfrentamiento o una capitulación”.

Si los europeos y las europeas siguen durmiendo, estamos llamados a un suicidio cultural al que nos precipitaremos si perseveramos en disculpar e intentar apaciguar a quienes exhiben su militancia antioccidental y su desprecio a los derechos y a los valores que nos definen como europeos.

4 comentarios:

José Antonio Fernández dijo...

Que la Fundación Faes edite un libro de esa índole me deja indiferente pero que este blog se haga eco de su ideología y sea altavoz de unas ideas neofascistas me duele.
No me apetece resaltar la mayor burrada ni contradecir lo que ha quedado dicho, bastante claro está.
En fin, una pena.

François de Fronsac dijo...

Tal vez decir la verdad sea neofascista, tal vez denunciar que se mate a personas por pensar de forma diferente sea neofascista, tal vez denunciar el asesinato de honor sea pensamiento neofascista, tal vez denunciar la implantación de una cultura de desprecia a las mujeres sea un pensamiento neofascista, tal vez denunciar la práctica de la ablación sea un pensamiento neofascista, tal vez defender los ideales de libertad e igualdad, por ejemplo, que caracterizan a la cultura europea sea un pensamiento neofascista,... y nos endulcoremos que eso no existe, que es mentira, que las mujeres musulmanas están por la calle, que no hay cientos de carritos, que los imanes no llaman a acabar con las democracias, que no a la adúlteras no se la apedrea y a los adúlteros no les pasa nada, que el problema es sólo que este libro lo ha publicado faes.
Si defender la democracia, la libertad y la igualdad es ser neofascista, entonces yo mismo debo serlo.
Abrazos

Carmen María dijo...

Quien más tenemos que perder somos nosotras, y eso debería movilizarnos. No estamos dispuestas a ir dos pasos por detrás del hombre de turno, ni a dejar de salir solas cuando queramos, ni a vestirnos como nos de la real, y no por ello somos fulanas y estamos pidiendo que nos violen.
¡¡Y no digo nada de la lapidación!! En estas mismas fechas queremos evitar una, como sabréis.

François de Fronsac dijo...

Coronelia no olvides que el autor habla de: "disculpar e intentar apaciguar a quienes exhiben su militancia antioccidental y su desprecio a los derechos y a los valores europeos", y que reconoce "diferencia de un musulmán con un islamista es tan grande como entre un alemán y un nazi" (tal vez esto también sea una apreciación importante a tener en cuenta para José Antonio), aunque apuntas detalles que, en efecto, os afecta a vosotas especialmente.
Para los europeos el hombre y la mujer son iguales, para los musulmanes creo que no.