sábado, enero 12, 2013

Acantilados de papel, 467: Antropología del paisaje

Tetsuro Watsuji
Antropología del paisaje. Climas, cultura y religiones
Ediciones Sígueme, 2006

Esa idea que hemos colocado en el título de esta entrada es la que defiende el filósofo japonés Tetsuro Watsuji en el libro que nos ocupa, al que llegué gracias a una de las Tertulias de los Jueves, del Casino de Molina de Segura, que coordina desde hace más de 18 años el ínclito Francisco Javier Abellán García.

Tras presentarnos la fenomenología cultural del paisaje, Watsuji insiste en que el clima determina la historia de un pueblo, determina su cultura, determina su forma de ser. Y, empeñado en ello, admirando las ideas de Heidegger, recorrió durante catorce meses el continente europeo para recolectar material de campo en su idea sobre la estrecha relación entre clima y cultura.

Tres tipos de clima nos describe en su obra: El Monzón, el Desierto y la Dehesa.

El Monzón, donde la humedad es más insoportable que el calor, y es más difícil defenderse de ella, predispone al hombre a la aceptación y sumisión. La relación con la divinidad es más bien la de pedir favores que la de obediencia absoluta, propia del desierto: "Dios, rico en gracias, si eres el Señor de todas las riquezas, concederás gustosamente dones a los que te adoran".

El Desierto, ya sea en Arabia, África o Mongolia, no es meramente un mar de arena, es un lugar donde nadie habita y su aridez moldea el carácter dominante y guerrero, y se requiere sumisión absoluta a la tribu como única forma de sobrevivir. La proeza del hombre del desierto llegó a su cenit "al dar a la humanidad un dios personal. Solo puede compararse con el indio, que dio a la humanidad el absoluto impersonal".

La Dehesa es el clima de Europa, cuya geografía impresionó al filósofo japonés: "no es humedad ni sequedad. O mejor dicho, es humedad y también sequedad. En términos numéricos, la cantidad de lluvia de Arabia es mínima comparada con Japón, y la lluvia de Europa es una cuarta o quinta parte de la del Japón. Experimentalmente hablando, es la síntesis de humedad y sequedad", y este clima moldeó la naturaleza griega, que es "dócil, alegre, racional".

Estas son unas brevísimas pinceladas de un excelente libro para leer y releer.

Francisco Javier Illán Vivas

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