domingo, julio 05, 2020

Escena de Versos envenenados, 48


          

Eran las cuatro de la mañana cuando escribió los últimos trazos de un poema que había ido componiéndose en su cabeza desde que estuvo junto a Carmen en el velatorio del ex subdirector de la empresa.

La dejó sobre la mesa y con cierto esfuerzo se incorporó para dar una ronda por los despachos. Era imposible que alguien hubiese entrado, e incluso que hubiese acontecido alguna circunstancias digna de destacar, pero le faltaban dos horas para terminar el turno y le gustaba girar una vuelta de vigilancia ocular en varias ocasiones de su servicio. Ello le permitiría despejar la cabeza y volver a retomar su poesía, aunque estaba convencido de que le había quedado perfecta. Perfecta en aquello que deseaba expresar, que tanto le costaría hacer en voz alta, pero no así por escrito.

No hay comentarios: